09 octubre 2016

Poema: Nocturno

Me encontraba amarrado dentro de una habitación sin luces. Me sujetaba un viejo mueble de madera. No tenía viento ni color. El frío y el miedo comenzaban a separarse. Después de pasar tanto tiempo sin oír voces deje de escuchar la mía; y todo lo que percibía era la distancia. Me fundí con el negro y deje de ser. Para cuando las amarras decidieron soltarme yo ya podía ir de un extremo a otro de la nada. El negro es el infinito, me percaté. Luego empecé a sufrir mi nueva condición nesuferita. La noche se convulsiona igual que yo. Pero yo no era la noche; yo era una luz negra en un valle oculto. Nada pendía de mí y yo pendía de la nada. Y el sinsentido comenzó a ser una regla de la luz. Entonces supe que había despertado los ojos del silencio. Yo era el que esperaba que nunca nada ni nadie viniera a encender las luces inocuas de la desesperante alteridad.

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