-Sí, señor.
Cuando terminaron todos de entrar al vehiculo él se quedó mirando su arma.
-¿Es verdad que están usando fragmentos de cabilla?
-Claro.
-Pronto nos va a tocar a nosotros también -dijo otro-.
Se quedó en silencio.
-Tampoco quedan muchas granadas...
El vehiculo blindado se detuvo y se abrieron las puertas.
Cargaron los escudos y formaron una línea de espaldas a un grupo de motorizados.
-¿Están armados?
-¿Tú qué crees?
La manifestación se mantenía al margen pero desafiaban a gritos su presencia.
Entre la multitud se veían encapuchados que comenzaron a cargar objetos que lanzar a los guardias.
-En este momento los están flanqueando -le dijo-, esperate.
Al fondo empezaron a sonar las detonaciones.
-Allí están. Cúbreme con el escudo, les dispararemos desde aquí también.
El soldado dejó el escudo y se puso detrás de él buscando blancos por encima de su hombro.
-Avanza, avanza.
Los manifestantes corrían desorientados.
Algunas piedras golpeaban contra el escudo mientras desde su espalda el militar respondía disparando a quien estuviera más cerca.
Algunos corrían tapándose una herida.
-Mamagüevo -gritaban-.
-¡Le dieron!
Miró hacía el lado derecho y vió un hombre cayendo contra el suelo.
La detonación sonó detrás de él.
Se volteó y vió a los motorizados que se alejaban del lugar.
-Vamos, vamos.
Una molotov cayó a sus pies.
Soltó el escudo y salió corriendo detrás de la línea.
-¿Dejaste el escudo?
-Mataron a otro chamo.
-¿Qué coño?
-Ya se fueron casi todos.
-El gobernador debe estar cagado de la risa.
-¿Ya le habrán contado el chiste?
-Ponte que fue él el que lo echó.
-Pues sí.
-Aquí está el escudo.
-Esa mierda.
-¿Te quemaste?
-Hoy no.
-Ven mañana.
-Al chamo le dieron en la cabeza.
-Ahí vienen. Agarra el escudo, marico.
Siguieron sonando las detonaciones hasta más tarde.
-¿El general es narco?
-¿Tú eres marico? Cállate la jeta, güevón.
-No sí, no joda.
-Ve y pregúntale, pues.
-Capaz te hace secretaría -dijo otro-.
-¿Pendiente o qué?
-Bueno, ya me fui.
Al llegar a su casa dejó el saco con comida en la cocina.
-Mamá estaba tragando gas anoche -le dijo su hermana-.
-Hola.
Se quedó en silencio por un momento.
-¿Ya sabías?
-Sí, ¿pero qué voy a hacer yo?
-¿Les dieron comida en el cuartel?
-Aja.
-Dale.
-Mira, voy a salir un momento. ¿Mamá está despierta?
-Está donde Tía.
-Vete tú también para allá. Yo voy a salir.
Una hora después llegó un amigo montando una moto.
-¿Tienes la vaina?
-Claro
-Vamos, pues.
Salieron parando solo a un par de cuadras donde había una barricada.
Cargaba consigo una caja llena de botellas con gasolina.
-¿Les echaste la vaina pa' que pegara?
-No.
-Pero, marico...
-¿Aja y si me las pegan a mí?
-¿Cual es el miedo? chamo.
Se escuchaban detonaciones a unas cuadras.
-Dale, dale. Me dejas ahí.
Se bajó de la moto con la caja en las manos y se acercó a la barricada.
-Aquí está, pa' que tumben a Maduro.
-¿Eso va a tumbar a Maduro?
-Si le tiras una en la jeta.
-Aquí lo esperamos.
-Fino.
Unos minutos después un puñado de militares bajaba por la avenida sin separarse de un blindado.
-Ese no es Maduro.
El sonido de las cacerolas empezó a ahogar el lugar mientras desde los edificios les gritaban que se fueran.
-Los quieren igualito.
-Tirenle ahí. Saca algunas de la caja y traela.
-¿Pa' donde?
-Vamos a flanquearlos, vente.
Cargando con las molotovs varios de ellos se metieron por las veredas a los lados.
-Epa -les dijeron otros encapuchados que los vieron pasar-.
-Hablame
-¿Pa' donde van?
-Vamos a caerle por detrás a las brujas.
-Nosotros cargamos molotovs con yesca, vamos todos y quemamos esa mierda.
-Vamos pues.
-Pero callado pa' que no nos vean.
-Hay que saltar ese muro y les salimos por atrás.
Mientras se movían las luces alrededor se apagaron.
-Finísimo.
-Pues mejor.
-Dale pues.
Al saltar el muro quedaron a un costado de los militares que se encontraban aún mirando hacia la barricada.
-¿Ves motorizados por ahí?
-No, chamo.
La tanqueta empezaba a retroceder.
-¿Se están yendo?
-Vamos, dale, dale. Las estoy prendiendo.
-Tirenle, quemen esa mierda.
Las molotovs empezaron a llover sobre la tanqueta que pronto estuvo despidiendo lengüetazos de fuego. Algunas de las botellas alumbraron llamas sobre los pies de los guardias. Uno de ellos se había quedado separado mientras intentaba responder disparando y una molotov le impactó directamente. La yesca se quedó pegada a su ropa y cayó al suelo intentando apagarse.
-Se prendió en candela el marico ese.
-Epa, ¿pa' donde vas?
Él salió corriendo hacía donde estaba el guardia quemándose y se quitó la capucha para intentar apagarle las llamas con ella.
Los encapuchados solo se quedaron mirando sin decir nada, luego se acercaron hacia donde estaba.
El guardia ya estaba apagado casi por completo y se intentaba levantar. Al ver al encapuchado que lo había ayudado lo reconoció del cuartel. Luego miró a los encapuchados que se acercaban y salió corriendo.
-¡Corre pues, bruja!
-Hubieses dejado que se quemara.
-¿Sí?
-Bueno, no.
-A lo mejor sí...
-Ya qué coño.
-Vamonos, ya le quemamos la tanqueta -dijo otro-.
-Fino, vamos.
-Chamo.
-¿Qué?
Le hablaba el mismo que lo había reconocido hacía unas noches. Ahora se encontraban en el cuartel apunto de salir otra vez.
-Pila por ahí.
"Los fragmentos de cabilla -pensó-, los motorizados, ¿están armados? mataron a otro chamo, ¿cúal es el miedo?".
-El general es narco. -dijo otro-
-¿Sí?
-Ya lo agarró de secretaría.
-¿Cómo sigue tu mamá?
-La otra noche tragó lacrimógena.
-¿No la habrás tirado tú?
-Verga, ojala que no.
-A la mamá de otro a lo mejor.
-Maldita sea, chamo.
-Sí.
-¿Entonces sí es narco?
-Creo, pero ya pues.
-Bueno.
-Mira, agarra ahí.
Le acercó una bolsita de café que sacó de su morral.
-¿Y esto?
-Pa' que se la des a tu mamá.
-Bueno, dale pues... Gracias.
-Fino, tranquilo.
-Nos fuimos.
Más tarde ambos se encontraban en la barricada. Uno sostenía el escudo y el otro arrojaba piedras y botellas. Pasarón así la noche hasta que los guardias se fueron otra vez y ellos pudieron ir a dormir.
-----------------------------------
Supone un gran reto para mí ahora mismo intentar escribir ficción en base a lo que me rodea y siento tan cercano, creo que lo es para casi todos. Serias preguntas me cuesta responder como ¿cuál es el mensaje que quiero crear? o ¿qué quiero cuestionar?, ¿qué tanto entiendo a estos personajes? Incluso el léxico que opto por usar queda en segundo plano. La verosimilitud, la moral, la polaridad, la polifonía y el silencio viajan desde la realidad hasta la escritura. Pero sobre todo intento acercarme lo más posible a aquello que vemos tan lejos. Una caricaturización de los militares que quizás no termina de colar pero te hace cuestionar lo que son, o eso espero inocentemente. Por supuesto esto no es la única forma de verlo, ni la correcta, quizás no quiero llamarlo de ningún modo una forma de ver. Estos personajes, tan creíbles como héroes de historieta, son para mí solo una forma de cuestionamiento; una crisis.
Basado en los eventos de las últimas semanas en el estado Mérida y en una anécdota en la que un chamo que se encontraba manifestando fue llamado por su superior para que se alistara y fuera a reprimir una protesta cumpliendo servicio.
Cuando terminaron todos de entrar al vehiculo él se quedó mirando su arma.
-¿Es verdad que están usando fragmentos de cabilla?
-Claro.
-Pronto nos va a tocar a nosotros también -dijo otro-.
Se quedó en silencio.
-Tampoco quedan muchas granadas...
El vehiculo blindado se detuvo y se abrieron las puertas.
Cargaron los escudos y formaron una línea de espaldas a un grupo de motorizados.
-¿Están armados?
-¿Tú qué crees?
La manifestación se mantenía al margen pero desafiaban a gritos su presencia.
Entre la multitud se veían encapuchados que comenzaron a cargar objetos que lanzar a los guardias.
-En este momento los están flanqueando -le dijo-, esperate.
Al fondo empezaron a sonar las detonaciones.
-Allí están. Cúbreme con el escudo, les dispararemos desde aquí también.
El soldado dejó el escudo y se puso detrás de él buscando blancos por encima de su hombro.
-Avanza, avanza.
Los manifestantes corrían desorientados.
Algunas piedras golpeaban contra el escudo mientras desde su espalda el militar respondía disparando a quien estuviera más cerca.
Algunos corrían tapándose una herida.
-Mamagüevo -gritaban-.
-¡Le dieron!
Miró hacía el lado derecho y vió un hombre cayendo contra el suelo.
La detonación sonó detrás de él.
Se volteó y vió a los motorizados que se alejaban del lugar.
-Vamos, vamos.
Una molotov cayó a sus pies.
Soltó el escudo y salió corriendo detrás de la línea.
-¿Dejaste el escudo?
-Mataron a otro chamo.
-¿Qué coño?
-Ya se fueron casi todos.
-El gobernador debe estar cagado de la risa.
-¿Ya le habrán contado el chiste?
-Ponte que fue él el que lo echó.
-Pues sí.
-Aquí está el escudo.
-Esa mierda.
-¿Te quemaste?
-Hoy no.
-Ven mañana.
-Al chamo le dieron en la cabeza.
-Ahí vienen. Agarra el escudo, marico.
Siguieron sonando las detonaciones hasta más tarde.
-¿El general es narco?
-¿Tú eres marico? Cállate la jeta, güevón.
-No sí, no joda.
-Ve y pregúntale, pues.
-Capaz te hace secretaría -dijo otro-.
-¿Pendiente o qué?
-Bueno, ya me fui.
Al llegar a su casa dejó el saco con comida en la cocina.
-Mamá estaba tragando gas anoche -le dijo su hermana-.
-Hola.
Se quedó en silencio por un momento.
-¿Ya sabías?
-Sí, ¿pero qué voy a hacer yo?
-¿Les dieron comida en el cuartel?
-Aja.
-Dale.
-Mira, voy a salir un momento. ¿Mamá está despierta?
-Está donde Tía.
-Vete tú también para allá. Yo voy a salir.
Una hora después llegó un amigo montando una moto.
-¿Tienes la vaina?
-Claro
-Vamos, pues.
Salieron parando solo a un par de cuadras donde había una barricada.
Cargaba consigo una caja llena de botellas con gasolina.
-¿Les echaste la vaina pa' que pegara?
-No.
-Pero, marico...
-¿Aja y si me las pegan a mí?
-¿Cual es el miedo? chamo.
Se escuchaban detonaciones a unas cuadras.
-Dale, dale. Me dejas ahí.
Se bajó de la moto con la caja en las manos y se acercó a la barricada.
-Aquí está, pa' que tumben a Maduro.
-¿Eso va a tumbar a Maduro?
-Si le tiras una en la jeta.
-Aquí lo esperamos.
-Fino.
Unos minutos después un puñado de militares bajaba por la avenida sin separarse de un blindado.
-Ese no es Maduro.
El sonido de las cacerolas empezó a ahogar el lugar mientras desde los edificios les gritaban que se fueran.
-Los quieren igualito.
-Tirenle ahí. Saca algunas de la caja y traela.
-¿Pa' donde?
-Vamos a flanquearlos, vente.
Cargando con las molotovs varios de ellos se metieron por las veredas a los lados.
-Epa -les dijeron otros encapuchados que los vieron pasar-.
-Hablame
-¿Pa' donde van?
-Vamos a caerle por detrás a las brujas.
-Nosotros cargamos molotovs con yesca, vamos todos y quemamos esa mierda.
-Vamos pues.
-Pero callado pa' que no nos vean.
-Hay que saltar ese muro y les salimos por atrás.
Mientras se movían las luces alrededor se apagaron.
-Finísimo.
-Pues mejor.
-Dale pues.
Al saltar el muro quedaron a un costado de los militares que se encontraban aún mirando hacia la barricada.
-¿Ves motorizados por ahí?
-No, chamo.
La tanqueta empezaba a retroceder.
-¿Se están yendo?
-Vamos, dale, dale. Las estoy prendiendo.
-Tirenle, quemen esa mierda.
Las molotovs empezaron a llover sobre la tanqueta que pronto estuvo despidiendo lengüetazos de fuego. Algunas de las botellas alumbraron llamas sobre los pies de los guardias. Uno de ellos se había quedado separado mientras intentaba responder disparando y una molotov le impactó directamente. La yesca se quedó pegada a su ropa y cayó al suelo intentando apagarse.
-Se prendió en candela el marico ese.
-Epa, ¿pa' donde vas?
Él salió corriendo hacía donde estaba el guardia quemándose y se quitó la capucha para intentar apagarle las llamas con ella.
Los encapuchados solo se quedaron mirando sin decir nada, luego se acercaron hacia donde estaba.
El guardia ya estaba apagado casi por completo y se intentaba levantar. Al ver al encapuchado que lo había ayudado lo reconoció del cuartel. Luego miró a los encapuchados que se acercaban y salió corriendo.
-¡Corre pues, bruja!
-Hubieses dejado que se quemara.
-¿Sí?
-Bueno, no.
-A lo mejor sí...
-Ya qué coño.
-Vamonos, ya le quemamos la tanqueta -dijo otro-.
-Fino, vamos.
-Chamo.
-¿Qué?
Le hablaba el mismo que lo había reconocido hacía unas noches. Ahora se encontraban en el cuartel apunto de salir otra vez.
-Pila por ahí.
"Los fragmentos de cabilla -pensó-, los motorizados, ¿están armados? mataron a otro chamo, ¿cúal es el miedo?".
-El general es narco. -dijo otro-
-¿Sí?
-Ya lo agarró de secretaría.
-¿Cómo sigue tu mamá?
-La otra noche tragó lacrimógena.
-¿No la habrás tirado tú?
-Verga, ojala que no.
-A la mamá de otro a lo mejor.
-Maldita sea, chamo.
-Sí.
-¿Entonces sí es narco?
-Creo, pero ya pues.
-Bueno.
-Mira, agarra ahí.
Le acercó una bolsita de café que sacó de su morral.
-¿Y esto?
-Pa' que se la des a tu mamá.
-Bueno, dale pues... Gracias.
-Fino, tranquilo.
-Nos fuimos.
Más tarde ambos se encontraban en la barricada. Uno sostenía el escudo y el otro arrojaba piedras y botellas. Pasarón así la noche hasta que los guardias se fueron otra vez y ellos pudieron ir a dormir.
-----------------------------------
Supone un gran reto para mí ahora mismo intentar escribir ficción en base a lo que me rodea y siento tan cercano, creo que lo es para casi todos. Serias preguntas me cuesta responder como ¿cuál es el mensaje que quiero crear? o ¿qué quiero cuestionar?, ¿qué tanto entiendo a estos personajes? Incluso el léxico que opto por usar queda en segundo plano. La verosimilitud, la moral, la polaridad, la polifonía y el silencio viajan desde la realidad hasta la escritura. Pero sobre todo intento acercarme lo más posible a aquello que vemos tan lejos. Una caricaturización de los militares que quizás no termina de colar pero te hace cuestionar lo que son, o eso espero inocentemente. Por supuesto esto no es la única forma de verlo, ni la correcta, quizás no quiero llamarlo de ningún modo una forma de ver. Estos personajes, tan creíbles como héroes de historieta, son para mí solo una forma de cuestionamiento; una crisis.
Basado en los eventos de las últimas semanas en el estado Mérida y en una anécdota en la que un chamo que se encontraba manifestando fue llamado por su superior para que se alistara y fuera a reprimir una protesta cumpliendo servicio.